en túneles de existencias interminables.
Sigo aquí y no puedo gritarte aunque quiera,
pues mi voz se oculta tras la amarga espera.
No distingues que soy aquel que nunca dejo de ser.
Soy el mismo que con ternura procuraba besos enardecidos,
el que acariciaba tus sueños opacados,
el que susurraba melodías hermosas,
que resplandecieron tu sendero.
Estoy aquí pero no me encuentras,
algo en ti no lo desea.
Deleitas tu cuerpo ardoroso y sediento
y aun así no me consigues.
José M. García Velázquez © 2009