jueves, 14 de enero de 2010

Inerte




Derramo la mirada en la grandeza del pensamiento,


percibo el retumbar reservado de mi corazón fatigado.

Guerreo en cruzadas místicas,

no logro victorias que consuelen mi anhelo de amar.

Mortalmente herido por saetas envenenadas con olvido,

yace mi cuerpo ensangrentado de tristeza,

sumergido en lodo de melancolía.

Mi pecho deformado busca afanosamente respiro,

que devuelva la vida a mi encierro.

Perdido en la soledad desierta de mi vida,

la agonía secuestra mi espíritu y lastima mi alma.

No hay futuro en esta realidad

muero lentamente, desolado en lamentos.