viernes, 27 de noviembre de 2009

Decreto





¡Anhelo, sacude las cadenas que confinan mi leso corazón,
custodiado por la nostalgia, carcelera de mis emociones!
¡Apela mi sentencia perpetua a este encierro de pasiones,
que enloquece al amor olvidado por sueños de esperanza!

Me arrastro en el claustro y ahogado en llanto de penumbras.
Lágrimas humedecidas de recuerdos lastimeros,
que extirpan trazas de dolor enjugado en sangre,
palidecen mi piel del amor ausente en mis días de soledad.

Enloquece mi destino lejano y abrumado por el deseo de su aroma.
Me visitas en tinieblas. me mortificas hasta el cansancio,
abandonado, abatido, herido, cuadripléjico de ilusiones
por obtener la voluntad de otra existencia que ampare mi aliento.


José M. García Velazquez © 2009