domingo, 2 de marzo de 2008

Hedor a odio y tristeza



Son sábanas marchitadas

por tu ausencia,

abandonadas y

desgarradas en la alcoba.

No te importó la quimera,

el deseo de piel fogosa,

de contactos dementes,

en la expectativa de cobijarte

el cuerpo de inmortales deseos.

Se dispersan mis lamentos de besos

con la ambición de cubrirte

y alojarme en cada fibra de tu realidad.

Hoy solo quedan marchitas

las sábanas con hedor

de sudor a odio y tristeza.


José M. García Velázquez ©2008

Destierro...



Tu cuerpo adormecido

por la noche,

envuelto eternamente

en susurros de silencio,

alejado etéreamente

de mis ansias y deseos,

no puedo acercarme

ante el frio destierro ,

sometido por todo aquello,

que esperaba.



José M. García Velázquez ©2008

La agonía del silencio



Se muere el silencio, se muere,

atrapado entre ropajes de tristeza,

arropado entre seda e hilos de nostalgia,

cautivo de tu maquinación.


Extinguiéndose malamente la celada,

separado de la verdad que pretende,

sujeto a tu suelo corpóreo,

confundido en cruces de ficción.


Padeció el maltiempo de tu rechazo,

desconociendo brebajes curativos del espíritu,

pervertiste con tu ponzoña de enigma,

sus túnicas de ilusión y espera.


Se muere el silencio, se muere

por no contar con la cura,

ignoraste las porciones de amor,

porque de amar apenas sabías.



José M. García Velázquez ©2008

sábado, 1 de marzo de 2008

Esperar en ti...¿Por qué?


¿Por qué he de esperar en ti

palabras de promesas eternas?

Solo escucho un silencio

de murmullos que aturde mi alma.

¿Por qué he de esperar en ti

dulces miradas de entrega?

Solo veo en tus ojos

un lejano amanecer oscuro.

¿Por qué he de esperar en ti

una oportunidad mutua?

Solo encuentro clausura

a las puertas de tu corazón.

¿Por qué he de esperar en ti

lo que no has podido brindarte?

La ofrenda de ese amor

que ante todo era inmortal.

Seguir esperando. ¿Por qué?

Por palabras ofrendadas de rechazo,

por miradas devueltas,

por una encrucijada impertinente,

por ese amor perecedero.

¿Por qué esperar?

Solo recibí abandono.



José M. García Velázquez ©2008